miércoles, 10 de noviembre de 2010

Buena práctica de gobierno corporativo

Silvia América González*
Domingo, 22 de Julio de 2007
 
 
Las prácticas vigentes a nivel internacional están sugiriendo el advenimiento de todo un orden de cambios a favor de la eficiencia en la gestión de las instituciones del Estado, con el fin de fortalecer su responsabilidad social en las atribuciones que les han sido encomendadas, exclusivamente, o como parte de una solución compleja de un problema colectivo.
Entre las prácticas modernas de un buen gobierno corporativo, se encuentra la planeación estratégica, método que ha sido desarrollado desde varias perspectivas y matices por grupos de especialistas en la materia, entre los cuales se encuentran los autores Kaplan y Norton, cuyos aportes han servido de referencia, para la transformación de diversas organizaciones.
Antes de la década de los 80, en el mejor de los casos, en las organizaciones donde se aplicaba esta práctica, se desarrollaba bajo un enfoque tradicional, cuyo énfasis estaba centrado en la ejecución de actividades cotidianas y no, en la orientación hacia resultados e impactos. Si bien es cierto que bajo este esquema, se han producido avances sustantivos en el cumplimiento de las misiones encomendadas a las instituciones gubernamentales, es preciso, de acuerdo con el entorno actual, las exigencias por la modernidad y el logro de mayores niveles de eficiencia operativa, hacer una revisión y replanteamiento del modelo de gestión implantado hasta ahora, para trascender hacia otras formas de hacer las cosas.
En esta materia ya están incursionando algunas organizaciones, y sería positivo que otras analizaran más esta iniciativa, adoptando esta metodología actualizada de planeación estratégica, en que se construye un esquema que enlaza los objetivos de las organizaciones con un sistema de indicadores, para monitorear su progreso y por ende ayuda a la alineación de los servicios generados como productos externos para los usuarios.
Es oportuno señalar que este método, aunque originalmente haya sido diseñado para empresas privadas, puede implantarse perfectamente en organizaciones públicas para mejorar así, la gestión de sus recursos, atendiendo a su misión institucional, haciéndole por supuesto, algunas adaptaciones pertinentes por la propia naturaleza de las organizaciones, sin perder de vista que buscan devolverle valor público a la ciudadanía.
Al centrarse más en los resultados e impactos, que en el desarrollo de las actividades en sí, se pueden gestionar mejor las estrategias, y además, integrar las metas de desempeño con el presupuesto institucional, mejorando la transparencia, eficacia y eficiencia operativas de las organizaciones.
En la práctica, el proceso parte de la lectura y valoración del entorno, así como del diagnóstico de la organización, aplicándolo a todas sus áreas de trabajo para reafirmar la misión y visión, como elemento que oriente sobre qué hacer, dónde se halla la institución y dónde desea llegar, en qué tiempo, etc., así como la plataforma de valores que sustentarían las actuaciones del personal; mismo que al final, convierte las aspiraciones institucionales en actividades concretas, en consonancia con las necesidades de los usuarios.
Con ello se incorporan mejoras a la gestión institucional, y se da un paso más hacia una planeación estratégica moderna, en el entendido que el proceso es clave para diseñar una estrategia participativa, la cual sea apropiada e interiorizada no sólo por la dirección, sino que también por el personal de la organización.
Como todo proceso lógico, luego de la planeación, y con el fin de gestionar las estrategias definidas, sigue la ejecución, donde se pone a trabajar la infraestructura organizacional y se combinan acciones con recursos para generar los productos y servicios para los usuarios.
Esta fase hay que medirla, controlarla y evaluarla, ya que según los expertos: "lo que se hace y no se mide es como si no se hizo", por ello, se debe monitorear el cumplimiento del plan. Igualmente la ejecución de la estrategia debería controlarse con alguna periodicidad, mediante el establecimiento de controles internos, preferentemente mecanizados, que permitan retroalimentar a los responsables del plan y guiarlos por el camino correcto.
Este método, además de moderno, es un apoyo importante para el control, evaluación y la transparencia de la gestión pública, respetando algunos criterios de sana administración, congruentes con una mejor rendición de cuentas hacia la ciudadanía. 


*Economista.
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